Samsonites y crema solar factor 50

Viajar conservando siempre una visión rigurosa y a la vez exaltada del mundo.
Alexander von Humboldt
El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.
Marcel Proust

Vengo al teclado a escribir como el caballo agotado del camino que llega a beber a una laguna. Necesitaba llegar aquí, al momento en que puedo contaros que estoy iniciando una nueva aventura. Las últimas semanas han sido, probablemente, las más frenéticas de mi vida, pero siempre llega el momento de parar, en este caso, en las 12 horas de un vuelo transoceánico, con sus turbulencias y todo. Es el momento de sentarme, de contar y compartir.

Los que me conocéis bien sabéis que se me ilumina la mirada con los cambios y que no puedo quedarme mucho tiempo parada en el mismo sitio sin empezar a languidecer. En los últimos años esto ha supuesto dejar la profesión a la que me he dedicado durante 20 años para probar suerte en un mundo ignoto y apasionante, muy alejado de lo que hasta ahora sabía hacer.

Estos días me vuelve una y otra vez a la cabeza: “¿Cuántas vidas caben en una vida?” Es una pregunta fractal, que hace años apareció mientras ayudaba a otras personas a mejorar, algo que te hace vivir un poco sus vidas y aprender de ellas. Ahora está generada por las espirales existenciales que nos hacen pasar por el mismo punto en diferentes niveles, en diferentes momentos. Podría haberme dedicado toda la vida a lo que hacía a los 16 y ahora sería artista plástica, también podría haber seguido siendo trabajadora social, hortelana o clown. Lo que parece que nunca dejo de ser es antropóloga y tener eso claro me aporta mucha paz, porque siempre he pensado que me gustaba hacer demasiadas cosas diferentes y que no tenía una vocación clara. Pero al final todo esto son etiquetas y nosotros somos mucho más que todos los nombres que le pongamos a lo que hacemos. Lo realmente interesante es que podemos cambiar el rumbo muchas veces durante una vida, ser muchas cosas diferentes, explorar y desarrollar todo nuestro potencial, que es más amplio de lo que pensamos.

Hoy empiezo una aventura que me conecta con un punto que está, aproximadamente 12 años atrás, cuando me dedicaba a dirigir un proyecto de Cooperación al Desarrollo con países de Latinoamérica. Trabajaba desde Madrid y nunca pude viajar al terreno porque mis jefes, los dueños de la Fundación que me contrataba, preferían hacerlo ellos, aunque no estuvieran en el día a día de la gestión de los proyectos. Esto era algo absolutamente descabellado a nivel técnico: imaginad trabajar con siete organizaciones en siete países diferentes sin poder ir nunca a verles, conocerles en persona, hacer seguimiento directo. Pero además me castraba profundamente, deseaba viajar a América desde que tenía 17 años, necesitaba conocer ese mundo lejano que era mi día a día y tenía un hambre etnográfica y viajera difícil de aplacar.

Después de aquello vinieron unos años en los que la posibilidad de viajar empezó a ser muy remota, cerré la puerta a esas ganas de ver mundo porque tuve que centrar mis esfuerzos en recuperarme de una enfermedad grave y luego en cambiar mi forma de ganarme la vida. La puerta no hizo ruido al cerrarse y durante estos años se fue cubriendo de enredaderas, polvo y telarañas.

Por eso cuando me propusieron venirme a México a vivir y trabajar unos meses mi primera respuesta fue un rotundo “no”: era feliz donde estaba, haciendo lo que hacía, no tenía ningún motivo para marcharme. Pero entonces recordé que había una puerta abandonada hacía años, que conectaba con mis ganas de viajar, de vivir en otros países, en particular con América, el continente gigante al que me unen muchas cosas desde mi adolescencia. Como le dije a Alan Goerner cuando me lo propuso: “estás tentando a mi alma de antropóloga”, porque los que amamos esta profesión nos hemos imaginado muchas veces como aquellos primeros viajeros románticos del siglo XIX, con nuestra libreta a cuestas en lugares alejados, estudiando cómo viven otras personas en otros países, cambiando los sombreros con tul y los baúles por crema solar factor 50 y samsonites.

Espero ser lo suficientemente disciplinada para retomar este blog y usarlo para contaros esta aventura de etnógrafa postmoderna. La cosa promete, porque cambié el pueblo de 2.000 habitantes por una ciudad de 25 millones al otro lado del charco, contraste seguro, algo que me ayudará a tener los ojos bien abiertos. No voy a hablar aquí de mi trabajo en la transformación digital de Bancomer, porque los agile coaches somos como los cirujanos plásticos: nuestros clientes nos aman, pero quieren mantener en secreto cómo les ayudamos. Lo que haré será compartiros la experiencia humana y vital, la visión de antropóloga y, por supuesto, esas pequeñas anécdotas surrealistas que suelen ocurrirme cuando viajo y que os encanta que os cuente cuando nos vemos en persona.

Sabéis que no ha sido fácil llegar hasta aquí. En los últimos 10 días he dormido poco, abrazado mucho, charlado, llorado de emoción y tomado alguna que otra cervecita. Me he sentido querida y valorada hasta el punto de que mi corazón creyó estar soñando. Entre el post de JMBeas, la carta para el avión de mi querida Marieta, los abrazos energizantes, las despedidas de los compis y clientes, el «dime en qué puedo ayudarte» y el «me alegro tanto por ti» de tantas y tantas personas, ha existido una intensidad emocional difícil de gestionar. Una se pone muy moñas al hablar de estas cosas, pero puedo decir que llevo a mucha gente en el corazón en este viaje.

Acaba de amanecer mi primer día en Ciudad de Mexico, ya estoy aquí, ubicada y un poquito cansada, con muchas ganas. La primera pregunta trascendental es: ¿dónde ponen café con bollos? Lo demás se irá viendo y disfrutando.

6 comentarios (+¿añadir los tuyos?)

  1. Pako
    May 10, 2016 @ 15:23:28

    Crack, que eres una crack… bueno ya me contarás o te leeré que tal te va por estas tierras americanas, y bueno ya estamos un poco mas cerca solo a 7.400 Km… 😀 Besos Guapa

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    • maicatrinidad
      May 11, 2016 @ 03:07:25

      Amigo, hubo un momento en que Argentina casi estuvo encima de la mesa como opción y se me disparó el corazón de alegría, pero luego no pudo ser. Qué tal vosotros? Ya tenemos retoño?

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      • Pako
        May 15, 2016 @ 23:08:35

        Hubiera estado bien, lo de Argentina me refiero,… tal vez algún día… nunca se sabe, y menos contigo… 😀 … La retoño sigue en el horno terminando de hacerse…
        Muchos besos y te seguiré leyendo

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  2. Miri
    May 11, 2016 @ 21:21:18

    Olé!aprende mucho como antropóloga, como mujer y como ciudadana del mundo. Te mando muchos besos prietos y transfeminismo,que siempre vienen muy bien. Amor,paz y alegría Marimaiki!Lots of love!

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    • maicatrinidad
      May 11, 2016 @ 21:25:39

      Pequeña Miri, las aventuras no paran. Estas son un poquito más lejos, pero igual de intensas que siempre. El transfeminismo me viene bien acá, no veas el nivel de violencia de género con el que tienen que vivir.
      Besos apretaos de ida y vuelta 😉

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  3. Trackback: Primera semana: adaptación | elcaldero 3.0

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